martes, 24 de mayo de 2016

Felizmente infelices

–Mira qué fea y gorda es ésta, y tiene más de mil seguidores en Instagram –le dice Rubén a su amigo Javier, mientras le enseña la foto de una chica en el móvil.
Una pareja que está al lado se mira atónita al escuchar el comentario. Los chicos se dan cuenta. A Rubén no le importa, le gusta que le miren, pero a Javier, que como la chavala también tiene unos kilos de más, en realidad no le hace ninguna gracia y se vergüenza. Aun así le sigue la corriente y se ríe con él. Mejor eso que estar solo, piensa. Es tan tímido que toda su vida ha estado solo y, ahora que ha encontrado un amigo, no quiere perderlo, a pesar de tener que hacer cosas que no le gustan. Rubén, en cambio, es muy extrovertido y siempre está haciendo y diciendo tonterías para que la gente se ría. Aunque en verdad le da igual resultar gracioso, lo hace por ser el protagonista y llamar la atención de todo el mundo.

Es sábado por la noche y los dos amigos han quedado para salir de fiesta. Javier no se ha preocupado mucho de arreglarse, no más de lo que lo hace cualquier otro día de la semana. Se ha puesto unos vaqueros, una camiseta y playeras. Rubén sí se ha preparado a conciencia. Lleva unos pantalones blancos impolutos, un polo rosa perfectamente planchado y una americana con la que pretende aparentar cuatro o cinco años más de los que tiene. Luce un tupé que ha tardado en hacerse más de media hora. Aprendió a peinarse así viendo vídeos en YouTube. Está muy orgulloso del resultado, sabe que a las niñas les gusta y eso le hace andar sacando pecho. Le encanta pavonearse como Rafa Mora. Él es su ídolo, a él quiere parecerse y, a pesar de que solo tiene quince años, ya se esfuerza por conseguirlo. No juega al fútbol ni a la PlayStation, como hacen el resto de chicos de su edad. Lo único que le interesa es cuidar su físico y prefiere pasar el rato buscando vídeos en internet sobre cómo ponerse cachas. Se encierra en su cuarto durante horas y hace pesas, busca más vídeos y vuelve a hacer pesas. Entre tanto se mira en el espejo, se saca fotos y las sube a Instagram. Cada “favorito” que recibe le hace sentirse mejor. Quiere ser famoso, que todo el mundo admire su cuerpo y ganar mucho dinero por lucirse.

Javier no tiene nada que ver con Rubén. Tampoco le gustan ni el fútbol ni ningún otro deporte porque es muy vago, pero sí juega a la PlayStation. A ello dedica gran parte de su tiempo libre, cuando no está tumbado en la cama o en el sofá, viendo la televisión. Suspende casi todo porque no estudia, no le gusta. Aún no le interesan las chicas ni se esmera demasiado en tener una buena imagen, pero cuando está con su amigo finge ser como él para contentarle y que éste le acepte.

El viaje en metro dura algo más de media hora. Mientras llegan, Rubén mira el móvil constantemente, buscando en las redes sociales fotos de chicas guapas a las que poder seguir. Por supuesto, también sigue a su ídolo.
–Me encanta el nuevo peinado de Rafa Mora. Mira qué de tías buenas había en el bolo que hizo ayer. ¡Qué suerte! –dice suspirando.
Javier mira las fotos y se ríe.
–Quién fuera él –comenta.
–Dentro de poco yo voy a ser así –dice Rubén–. Mira el pecho que se me está poniendo.

De repente se acuerda de que en unos días será su cumpleaños y cambia de tema. Le cuenta a su amigo que va a pedir a sus padres un reloj carísimo. La marca no le importa, pero tendrá que ser dorado y tener cristales de Swarovski, para que se note lo caro que es. Sus padres tienen dinero y nunca le han negado nada, así que no le pondrán pegas. Él lo sabe y por eso siempre consigue lo que desea, no tiene más que pedirlo. Le encanta presumir de todo lo que tiene, siempre que puede aprovecha para hacer gala de lo pudiente que es su familia.

La pareja que viaja junto a los chicos no da crédito a la conversación que están escuchando.
–¿Cómo pueden ser tan idiotas? –le susurra ella. Él la mira incrédulo, mientras le hace un gesto con el dedo para que se calle.
Cuando los chicos se bajan, no pueden evitar hablar de ellos.
–Qué triste es que unos críos tengan tan pocos valores, solo fijándose en el físico y en el dinero. Y que se pavoneen de ello me parece aún peor.
–Pues sí. Pero sabían que les estábamos oyendo, por eso han hablado así.
–¿En casa serán así también? ¿Se darán cuenta sus padres de cómo son?
–Me imagino que no. Además, es probable que si ellos son así sea porque sus padres les han hecho ser así.
–Tienes razón. Pensarán que dándoles todo les hacen más felices, pero lo único que consiguen es crear niños repelentes y superficiales.
–Qué triste ser así.

Esa noche Rubén y Javier beben hasta emborracharse, ligan con todas la que pueden y bailan durante horas. A Rubén, como se ha puesto muy guapo, las niñas le miran y le ponen ojitos y a Javier, como va con él, también. Eso les basta para creerse unos triunfadores. Entre copa y copa comentan los defectos de las chicas y se mofan de diestro y siniestro.
–Vaya chaqueta lleva ese pringado.
–¡Mira la fea esa!
–Y ese, ¿cómo puede salir de casa con esa cara llena de granos?

Esto es lo que Rubén y Javier están acostumbrados a hacer, así lo han aprendido desde niños. El poder que da el dinero les hace mirar a la gente por encima del hombro, creyéndose más que todos, más de lo que en realidad son. Así van a ser toda su vida, porque nunca se rebajarán a estar con personas a quienes consideran inferiores, solo se relacionarán con gente pudiente y frívola como ellos, con abundancia de dinero pero escasez de valores. Una vida insustancial es lo que tienen y es lo tendrán siempre. Así son felices. O eso es lo que creen.

lunes, 16 de mayo de 2016

Reseña “Los días perdidos” de Manuel Ángel Barbero

Título: “Los días perdidos”
Autor: Manuel Ángel Barbero
Páginas: 141
Publicación: Sin publicar (noviembre 2016, Círculo de Lectores)
Género: Novela
Premio Círculo de Lectores de Novela 2015


El libro que voy a reseñar es el ganador del Premio Círculo de Lectores de Novela 2015. Se trata de un concurso organizado por este club que todos conocemos, al que únicamente pueden presentarse escritores que no tengan obras publicadas. Este certamen tiene la peculiaridad de que el jurado son los propios lectores, que tienen que escoger la novela ganadora entre tres, previamente seleccionadas por un jurado profesional. Cuando tuve la oportunidad de participar en este proyecto me interesó mucho. Nunca había hecho nada parecido y me atrajo bastante la oportunidad que se nos daba a los lectores, que al final somos quienes compramos y leemos los libros. Éste ha sido el escogido por más de diez mil personas. Tengo que confesar que no fue mi primera opción.

Autor
Manuel Ángel Barbero nació en Espiel, un pequeño pueblo de Córdoba, hace 48 años, donde continúa viviendo con su mujer y sus dos hijos. Le encanta leer y escribir y pasa el día rodeado de libros, ya que trabaja como bibliotecario en el pueblo. Poco más se sabe de momento de este autor. Habrá que esperar a noviembre, cuando se publique su novela y veamos qué acogida tiene.

Resumen / Sinopsis
“Los días perdidos” trata sobre el amor y las relaciones personales de los habitantes de un pequeño pueblo andaluz durante la Guerra Civil Española. Como protagonista, la historia de amor entre Rafael y María, aunque también hay muchas desgracias, pena, traiciones… Están muy presentes la diferencia de clases, los intereses y la venganza, que llevarán a más de uno a llegar más lejos de lo que quizá debiera. En definitiva, una novela con casi de todo.

Opinión personal
“Los días perdidos” es un libro corto, de 141 páginas. De vez en cuando me gusta coger uno de éstos que puedo empezar y terminar sin parar, creo que no hacer pausas hace que la lectura se viva de forma más intensa. El contexto es la Guerra Civil Española, más concretamente los tres años que duró. Aunque sigue un orden cronológico, el autor ha decidido dividirlo en dos partes: la primera, abarca el comienzo de la guerra y la segunda, a partir de terminada ésta. La primera mitad tiene veintisiete capítulos y la segunda treinta, todos bastante cortos, de tres o cuatro hojas, habiendo también alguno de sólo una. Lo bueno es que, si se quiere, se puede parar en cualquier momento sin dejar un capítulo a medias, aunque esto sería más relevante si fuera una novela más extensa. La narración es en tercera persona y en presente, excepto cuando se habla de algo que sucedió anteriormente, que se utiliza el pasado.

Se ha escrito mucho sobre la Guerra Civil, muchos dramas de las personas que la vivieron, crónicas tanto reales como ficticias pero, si se sabe enganchar al lector con una buena prosa y un argumento interesante, no tiene por qué resultar repetitivo. El tema y la idea de los personajes me han encantado y tiene una trama sencilla, lo que creo basta para escribir un buen libro si se hace de forma acertada. Eso es precisamente lo que no me ha terminado de convencer, cómo está escrito. El autor emplea un estilo con demasiados adornos, imagino que para que quede bonito, pero a mí me parece que son palabras y expresiones innecesarias, que no aportan nada a la historia y que hacen más engorrosa la lectura. Un ejemplo: “Las nubes fluyen en dirección al pueblo, como las lágrimas de la melancolía; lentas pero ciertas, y Rafael las contempla con admiración y con lágrimas, lentas pero ciertas, que le chorrean por la cara”. Personalmente me gusta un lenguaje que vaya más al grano.

Los personajes están muy bien presentados y descritos, nos podemos imaginar perfectamente cómo son cada uno de ellos y sus relaciones. A la trama, en cambio, creo que le falta algo de desarrollo. Quizá si el autor hubiera añadido algunas páginas podría haber profundizado un poco más en el tema. Se centra en el antes y el después de la guerra, en cómo viven los habitantes del pueblo la llegada de las primeras revueltas, en cómo las diferencias ideológicas entre unos y otros les hacen entrar en conflicto y en cómo, sin poder evitarlo, se ven involucrados y obligados a participar en la contienda. Y después, lo que pasa con ellos una vez terminada la batalla. Echo en falta más detalles sobre los que lucharon: dónde estuvieron, cómo se sintieron, lo que tuvieron que pasar… Y exactamente lo mismo acerca de sus familias: cómo vivieron la angustia de la espera, la incertidumbre… Creo que, dado lo trágico del tema, le hubiera dado a la novela un punto de emoción interesante.

En resumen, la idea y la historia son buenas, me ha gustado que el autor se centre en la parte humana de la guerra, en las personas que la vivieron y la sufrieron, y no tanto en la lucha en sí. La novela se me ha quedado larga de florituras y corta de argumento, aunque está bien escrita, con un estilo claro y correcto. Y no se me olvida que el autor se ha presentado a un concurso de escritores noveles, con lo cual, no se le puede pedir el nivel de un best seller. Le doy el aprobado. Recomendable para cualquiera, no creo que nadie en concreto debiera hacerle ascos.

domingo, 8 de mayo de 2016

Reseña: "Escuela de belleza de Kabul" de Deborah Rodríguez


Título: “Escuela de belleza de Kabul”
Autora: Deborah Rodríguez
Páginas: 356
Publicación: noviembre 2008 (Suma de Letras)
Género: Crónica autobiográfica

Compré este libro por casualidad, un día que estaba haciendo compra en el supermercado. Me encanta leer y me encanta comprar libros. A pesar de que siempre tengo una larga lista de ellos esperando, siempre acabo picando si veo alguno que me interese. Así es como llegó a mis manos “escuela de belleza de Kabul”. Leí el argumento y me encantó. Habla de la vida de varias mujeres en Afganistán donde, como sabemos, la cultura y la forma de vida son muy diferentes a lo que estamos acostumbrados. Esto, he de reconocer, me produce cierto recelo, pero también mucha curiosidad, por lo que enseguida me decidí a comprarlo. Después de leerlo tengo una mezcla de sensaciones: por un lado, una gran pena por conocer más a fondo la falta de libertad de ésas mujeres y, por otro, muchas ganas de seguir leyendo sobre el tema

Autora
La autora es Deborah Rodríguez, que en el libro da a conocer su propia historia, y sobre todo la de algunas de las mujeres con las que vivió en Kabul (Afganistán). Deborah trabajó durante años en la peluquería de su madre, pero no era feliz, sentía que necesitaba hacer algo más. Empezó a colaborar en varios proyectos humanitarios, entre ellos ayudó en el World Trade Center tras los atentados del 11S. Esto la llevó a interesarse tanto por Afganistán, que terminó viajando al país. Allí montó una escuela de belleza para, además de formar como peluqueras a las mujeres afganas, ayudarlas a entender que otra forma de vida era posible.

Resumen / Sinopsis
El libro habla de la experiencia de la autora durante los años que vivió en Kabul. Deborah acudió allí para cooperar y pronto empezó a prestar sus servicios como peluquera, creando finalmente una escuela de belleza. Mediante sus enseñanzas quería ayudar a mujeres afganas con historias difíciles y sin recursos. Quería enseñarles que no toda su vida tenía que ser estar encerradas en casa dependiendo de sus maridos, tanto económica como psicológicamente. La convivencia con esas mujeres le sirvió a ella misma para descubrir valores y sentimientos que solo allí podrían haberle surgido.
 
Opinión personal
“Escuela de belleza de Kabul” es una novela llena de emociones. La autora no escatima a la hora de hablar tanto de su propia vida, como de la de las chicas con las que compartió su tiempo en Afganistán. Ha conseguido que sienta simpatía por las mujeres de las que habla, tanto que he deseado saber más de ellas, e incluso a algunas me hubiera gustado poder conocerlas personalmente. Me encanta cuando leyendo siento las mismas emociones que los protagonistas. Cuando empiezo a leer un libro nunca creo que vaya a llegar a olvidar que lo que tengo en las manos no tiene nada que ver conmigo, que se trata de ficción o de la vida de otra persona y nada más. Pero a veces pasa que me olvido, que me siento parte de la historia, que me pongo triste, enfadada o siento pena por alguien… Eso sin duda significa que algo ha hecho bien quien ha escrito ese texto, porque consigue controlar mis propios sentimientos, cosa que creo que no es nada fácil.

El libro tiene diez capítulos, pocos a mi parecer para su extensión, ya que cada uno es de unas treinta o cuarenta páginas. No siempre me ha dado tiempo a terminarlos y me da mucha rabia dejar un capítulo a medias, ya que después tengo la sensación de que me cuesta más coger el hilo de la historia. Aunque reconozco que es cosa mía, ya que leyendo a diario es difícil no reengancharse. Son manías, pero prefiero los capítulos algo más breves. La autora escribe de forma amena y con un lenguaje sencillo y claro. No hay adornos en su escritura y eso me gusta, ya que le da mucho más realismo al texto, algo importante teniendo en cuenta que se trata de hechos reales.

No es un libro con una gran intriga, pero sí he estado muy interesada en saber qué era de la vida de tal o cual persona. He de reconocer que no me parece una novela apta para cualquiera, aun a riesgo de que alguien me califique de hacer un comentario machista, creo que es una historia destinada sobre todo a mujeres, que somos a las que nos suele gustar más leer cosas que tocan la fibra. Por aclarar, con esto no quiero decir ni que los hombres no las lean, ni que las mujeres no leamos otras cosas.

Una cosa que no me ha gustado es que, llegando al final, creo que la autora lo lía un poco porque cuenta varios relatos de mujeres, todos como muy seguidos, historia tras historia, y profundiza en cada una más de lo que lo hace en el resto de la novela. Al final se hace un poco pesado. Además, todas tienen nombres árabes y, al no estar familiarizada con ellos, me ha costado mucho recordarlos, con lo que en alguna ocasión he terminado por no saber muy bien de quién hablaba, perdiendo el interés. También me ha resultado algo confusa la forma de terminar. Justo antes del epílogo, en el que se explica alguna cosa que había quedado pendiente, hay un pequeño texto titulado “sobre la autora”, en el que se contradice un dato del que después se habla en el epílogo. También me ha parecido que al final se dan demasiados datos en muy poco tiempo, como si hubiera querido o tenido que terminar el libro precipitadamente.      

En resumen, recomiendo leerlo porque se siente mucho, cosas tanto buenas como malas, y me parece una suerte poder disfrutar de algo así. A pesar de lo triste que me ha resultado saber la vida que llevan las mujeres en Kabul –a pesar de que algo ya me imaginaba–, me ha gustado poder conocer más cosas sobre ellas. Y sin duda algo bueno que me ha dejado la lectura de “escuela de belleza de Kabul” es las ganas de conocer el estilo de vida de otras culturas.